Hoy toca echar un vistazo atrás cuando la industria automovilística empezaba su andadura y esta es la historia de unos visionarios y soñadores que vieron el potencial del deporte con automóviles.
Bajo un nombre de tal magnitud no podemos esperar cualquier cosa. Corría el año 1910 cuando Fiat presentó en público al modelo que así sería apodado, el Fiat S.76. Este era un prototipo pensado para batir el récord de velocidad sobre tierra y es uno de los vehículos más monstruosos que jamás hayan podido salir de Turín. Hace, por tanto, honor a su apodo.
El Fiat S.76 consiguió velocidad sobre tierra en 1910. Se consiguió una velocidad máxima de 217 kilómetros por hora pero el récord fue invalidado por irregularidades en las mediciones, no apareciendo este coche en ninguna lista histórica. No consiguió hacer historia por su velocidad, pero su motor de cuatro cilindros y 28.5 litros de cilindrada era y es impresionante, con más de 300 caballos de potencia e innovadoras tecnologías para la época.
Este motor tenía cuatro válvulas por cilindro, múltiples bujías por cilindro (lógico teniendo en cuenta su capacidad) e incluso árbol de levas en culata, algo que tardaría mucho en llegar a la producción de forma masiva. En su día se fabricaron dos coches, pero con el inicio de la Primera Guerra Mundial uno fue desmantelado para evitar que esta tecnología cayera en manos enemigas. En el año 2002 Duncan Pittaway localizó en Australia el chasis de una de las unidades y comenzó el trabajo de restauración en Reino Unido.
El motor y la caja de cambios corresponden a la unidad que fue desmantelada, por lo que de dos coches ha salido uno. Más de 100 años después, llegó el momento cumbre de toda restauración, el de arrancar el motor. No sin poco esfuerzo girando la palanca, el impresionante motor consigue arrancar, con un monstruoso sonido y emanando grandes llamas por el “escape”. El coche funcionó a la perfección, sin ruidos extraños ni pérdidas de aceite.
Es probable que todavía no hayas asimilado cuatro cilindros y una cilindrada de 28.5 litros. Esto tiene como resultado unos cilindros de 19 centímetros de diámetro por 25 de carrera y una cilindrada superior a los 7.0 litros. Un cilindro de ese coche es más grande que casi cualquier motor de un turismo actual.
Ahora llegó el momento de oír el sonido de este montruo de antaño tras 100 años de silencio.