Las cosas (y las parejas) le durarán más si las cuida y las trata bien. Y los coches no son la excepción que confirma la regla, ni mucho menos. Puede que tener el coche descuidado, o no prestar atención a cómo funcionan determinados componentes pueda parecer un asunto trivial, pero en absoluto lo es. Algo que parece inofensivo puede convertirse, con el paso del tiempo, en un verdadero problema.
No nos refererimos solamente a que estas conductas que le vamos a desglosar a continuación supongan un gasto del coche y que pierda dinero, que también. Muchos de estos hábitos pueden llegar a afectar a sistemas y, a la larga, poner en peligro su propia seguridad. Conocerlos es el primer paso para saber cómo corregirlos. Así que ya sabe, lea y deje de hacer estos diez hábitos nocivos si quiere que su coche le dure más:
1. Retrasar el mantenimiento
Puede que duela gastar dinero en el taller, pero el mantenimiento de tu coche es vital para su longevidad. El mantenimiento regular incluye el cambio de aceite y los filtros, así como los líquidos. Cada fabricante del vehículo especifica una rutina de mantenimiento diferente, que puede encontrar en el manual del propietario.
No cabe duda de que requiere invertir algo de tiempo y dinero, pero es una minucia cuando lo compara con lo que cuesta un nuevo motor o la transmisión. (recuerde que no pierde la garantía si lleva el coche a un taller independiente, más barato generalmente, y que puede montar recambios de calidad equivalente en lugar de originales sin temor alguno. Y no nos cansaremos de repetirlo, ya que los últimos estudios indican que los jóvenes pasan del mantenimiento de sus vehículos
Conducir con neumaticos gastados o con mala presión
Hemos separado a los neumáticos porque merecen una atención especial. Forman parte del triángulo de seguridad del coche y son claves ya que es el único punto del coche que tiene contacto directo con el suelo. Por eso no debes arriesgarte a circular con neumáticos gastados. Si revienta un neumático mientras conduces puedes perder el control de su vehículo y tener un accidente grave. Y si conduce un vehículo con gomas lisas en la lluvia, el riesgo de aquaplaning se multiplica. Sí, son caros (sobre todo si tienes un SUV o tu coche monta llantas muy grandes), pero cuesta menos que un coche… o una vida.
De acuerdo, quizá nos hemos puesto algo catastrofistas, pero no escatimes en neumáticos. Ni en mirar la presión. Este hábito apenas cuesta cinco minutos y con la presión correcta te durarán más (no se gastarán de forma irregular, ni se deterioran antes de lo previsto y el coche gastará menos combustible).
2. No hacer caso a las luces de advertencia del tablero
Cuando un indicador se enciende en el tablero de instrumentos, es importante abordar el problema de inmediato. Si no sabes lo que significa la luz, compruebe el manual del propietario o llame a su mecánico. Algunas luces de advertencia del salpicadero pueden alertarle a algunos problemas muy graves, como una fuga de refrigerante, que pueden hacer que el motor se sobrecaliente. Una reparación preventiva a menudo evita que el problema vaya a mayores.
3. Pasar de limpiar el coche
Sin el cuidado y la atención apropiados, incluso la mejor pintura se volverá pálida y descolorida por la acción de contaminantes industriales y del tráfico o la lluvia ácida. Ojo, aunque los muy puristas siempre le recomendarán lavarlo a mano, normalmente en ese lavado se gasta menos agua que en los autolavados… lo que acaba llenando el agua de suciedad y provocando un sinfín de arañazos minúsculos. Ojo, decimos autovalado y no las estaciones de lavado de grandes rodillos…
Hay situaciones en los que una limpieza es más importante, como cuando se circula por carreteras nevadas en las que hayan utilizado sal para evitar placas de hielo. Y en verano, es clave proteger el coche del sol de forma adecuada.
Un par de trucos más. Si te encuentras obras en la carretera, circular despacio y lo más alejado posible del vehículo precedente. El alquitrán sale realmente mal de la carrocería. Al llegar del viaje, procura limpiar el coche cuánto antes. También conviene tener un interior limpio y, los más atrevidos pueden atreverse con una limpieza del motor.
4. Realizar una conducción agresiva
Dar acelerones no ayuda a ganar tiempo y tiene efectos negativos sobre tu coche. Se consume más, se calienta en exceso el motor y los neumáticos se desgastan. Este tipo de conducción no acabará con su coche inmediatamente, pero hará que el motor, la transmisión y el sistema de frenos se deterioren mucho más rápidamente de lo previsto. Los coches que han sido abusados tendrán fugas de líquido prematuras, juntas rotas y otros problemas mecánicos. Y ni hablar de arrancar haciendo patinar las ruedas motrices. Es un gasto inútil de gasolina y de ruedas, además de que daña innecesariamente la transmisión, el embrague, la caja de cambios y el diferencial.
Evite también conducir con el motor a muchas revoluciones. Aumenta el consumo y puede provocar sobrerrégimen (pasar de vueltas al motor). Esto implica una reparación muy costosa. Esta conducción también castiga el embrague, la transmisión y la caja de cambios.
Vigile el engrase y el nivel de aceite del motor. No acelere con brusquedad, ni busque la máxima potencia con el motor en frío. Tras un viaje largo, déjelo unos minutos al ralentí para que el circuito de aceite refrigere el eje del turbo.
5. Conducir demasiado tranquilo
Hoy en día, los avances han hecho que podamos disfrutar de coches potentes con un elevado par motor. Debido a ello, es habitual viajar en marchas largas a muy pocas revoluciones… pensando en ahorrar combustible. Pero a conducción eficiente puede dañar el coche si no la realizas de forma adecuada.
Por ejemplo, subir un puerto a bajas revoluciones en quinta o sexta puede resultar más perjudicial para el motor que el exceso de revoluciones. El motivo es que la mecánica trabaja sin vueltas suficientes para llegar a su par máximo, donde se da la mejor relación consumo-potencia. Puede traer problemas graves y costosos: como daños en el cigüeñal, las bielas, los cojinetes de biela y la bancada.
En el caso de los coches diésel esta conducción lenta puede afectar a la válvula EGR, que acumula más carbonilla y reduce su vida útil a la mitad, o el filtro de partículas (de ahí que el mantenimiento de coches diésel sea más alto). Los motores de gasolina tampoco son la panacea para esto, pues yendo muy despacio se daña el catalizador (que se convierte en un depósito de carbón)…
Además, cada vez es más común que monten turbo, una pieza fantástica… pero delicada (sobre todo si no se enfría convenientemente tras un viaje largo), para que el sistema de refrigeración y la propia circulación de aceite enfríen el turbo, lo que reduce el riesgo de avería en más de un 90%.
6. Arrancar el coche como si no hubiera mañana
Cuando arrancas el coche por las mañanas, sobre todo en invierno, calentar el motor con fuertes acelerones es una mala idea. El aceite y los componentes aún no han alcanzado la temperatura ideal… y al estar menos protegidos acelerarán el desgaste en el motor del vehículo.
Espera unos segundos para que el aceite llegue al circuito y luego acelera siempre de manera progresiva.
7. Abusar del embrague.. y apoyarse en la palanca del cambio
El embrague es uno de los elementos más castigados del automóvil. Como funciona por fricción, sufre desgaste cada vez que se pisa. Por eso no hay que apoyar el pie en él sin necesidad (se produce un sobreesfuerzo que afecta al disco y a todas las piezas que actúan sobre él).
Otra mala costumbre es utilizar la palanca de cambios como apoyabrazos. Sin saberlo, está presionando los mecanismos internos del cambio, lo que desgasta y provoca holguras en sincronizadores, rodamientos… A largo plazo se traduce en vibraciones y que el engranaje de las marchas sea más impreciso. Ya sabe, usa la palanca solamente para cambiar de marcha… y mejor hazlo con suavidad. Y en cambios automáticos, nunca intente arrancar empujándolo (utiliza las pinzas), ni circules en punto muerto. Solamente conseguirás estropearlo.
8. Utilizar los frenos demasiado… o no hacerlo
Pisar el pedal del freno demasiado tiempo puede acelerar el desgaste de los discos y pastillas, deformar los discos, que se creen vibraciones en el volante al frenar y deteriorar el líquido de frenos, haciendo que el sistema de frenos sea menos resistencia a la fatiga. Utiliza el freno motor bajando de marcha. Así conservarás los frenos y podra controlar mejor el coche. Y, por último, no apure demasiado las pastillas y zapatas.. cambiarlas es mucho más barato que renovar el conjunto de discos y tambores.
Si en cuestas pronunciadas a veces abusamos demasiado de los frenos, a la hora de enfrentarnos a un badén muchas veces no lo hacemos. Cierto es que nuestros queridos alcaldes le han cogido gusto a colocar demasiados (solamente pueden rivalizar con las rotondas), pero hay que frenar al encontrarnos con uno. Si no lo hace, corre el riesgo de reventar una llanta, o provocar problemas en los puntos de anclaje de la suspensión.
9. Mover la dirección con el coche parado
Evite manipular la dirección con el coche parado. Piense en que, como poco, sobre neumáticos, ruedas y suspensión hay una tonelada de peso… las gomas pueden deformarse y las suspensiones desequilibrarse, con rodamientos dañados. Además, puede desgastar la cremallera de la dirección, con lo que la conducción sufrirá holguras. Cierto es que ahora la gran mayoría de los coches cuentan con dirección asistida, en los que este problema no es tan grave… pero en ellos no debería nunca girar el volante hasta el límite. Si lo haces fuerzas el mecanismo (la bomba de la dirección pica en vacío) y se estropeará antes.
Llegados a este punto, no podemos pasar por alto a quienes suben bordillos con el coche para aparcar. A veces es inevitable (todos lo hacemos). Procura subir por la zona baja y despacio, pues puede deteriorar los reglajes de suspensión y acabar desequilibrando llantas y neumáticos, ocasionando vibraciones en el volante. Y a la hora de aparcar, si los neumáticos no tocan el bordillo, mejor. Esos “pellizcos” contra el granito desgastan mucho las gomas y es más fácil que se produzcan reventones, además de dañar los rodamientos.
10. Conducir con el coche en reserva
Sí, su coche es capaz de moverse con menos de cinco litros de combustible en el depósito, pero no le gusta nada a la bomba de combustible. Este elemento (en automóviles con inyección electrónica) está sumergido en el tanque, por lo que debe haber combustible suficiente para garantizar la lubricación y el enfriamiento de la bomba. Así que procurec que el coche no circule en reserva, ya que la bomba puede quedar desprotegida.
fuente : coches.com